La expresidenta de Chile Michelle Bachelet se despide de su cargo como Alta Comisionada para Derechos Humanos de las Naciones Unidas luego de encabezar una Comisión que solo dio tarima a gobiernos perpetradores de crímenes investigados por la justicia internacional.
Bachelet se despide del cargo sin haber sido contundente contra regímenes como el de Nicolás Maduro en Venezuela, el de Daniel Ortega en Nicaragua, o el de Vladimir Putin en Rusia; por el contrario, sale de la ONU por la puerta de atrás tras reunirse recientemente con el régimen chino que ha mantenido un fuerte control y una severa represión de la minoría musulmana uigur.
La gestión de la expresidenta de Chile deja mucho que desear, pues hasta ahora dirige un organismo cuyo objetivo se supone es promover y proteger los derechos humanos en el mundo, pero en la práctica realmente ha fungido como cómplice de los crímenes y violaciones más cruentos contra los derechos humanos.
Antes de despedirse del cargo Bachelet decidió no escuchar consejos, cuando se anunció el viaje a China, activistas y gobiernos alertaron que esa visita seria manipulada por el régimen chino para mostrar al mundo una versión falsa de la realidad de los uigures.
El Departamento de Estado de EE. UU. calificó el viaje de Bachelet como “un error” y que sería utilizado por Pekín con fines de propaganda. Bachelet no escuchó.
Moisés Naim uno de los columnistas más leídos en el idioma español, escribió un duro artículo que desnuda lo que significó la visita de Bachelet para China y cómo la expresidenta decidió jugar a favor del régimen comunista:
“Los medios de comunicación chinos diseminaron ampliamente alegres fotos de la líder chilena chocando codos con Wang Yi, el ministro de relaciones exteriores”, dijo el columnista.
“El ministerio alabó efusivamente la visita, calificándola como “una oportunidad para observar y experimentar de primera mano la verdadera Xingjiang” la región donde habita la mayoría de los uigures”, agrega Naim.
Y es que hasta ahora el papel de Bachelet podría calificarse de nefasto, pues la expresidenta siempre ha mostrado su afinidad hacia regímenes totalitarios y en su viaje de despedida así lo dejó ver.
Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch, calificó su viaje a China de “desastre sin paliativos” y criticó a Bachelet por utilizar el término chino “VETC“, las siglas de Centros de Educación y Formación Profesional en inglés, para referirse a los centros de detención masiva en Xinjiang.
La próxima misión de Bachelet: mover fichas a favor del Apruebo
Tras su deplorable gestión como Comisionada de Derechos Humanos, Bachelet deja su vida en Estados Unidos para ahora viajar a Chile a defender el Apruebo de lo que sería la nueva Constitución.
Pese a que según las últimas encuestas 45% de la población rechaza el texto, 15% aún está indeciso y 4% no votaría. La expresidenta llegará al país a volcarse a favor del nuevo texto.
“Esta histórica quincuagésima sesión del Consejo será la última que dirija», dijo durante la presentación de un informe sobre las actividades de su oficina. «Tomo esta decisión porque mi familia me necesita, porque mi país me necesita», agregó.
En Chile, se especula sobre cuál podría ser el papel de Bachelet, que fue presidenta del país en dos ocasiones, en la campaña para el plebiscito, para el que hay muchos indecisos, según los últimos sondeos.
«Bienvenida de vuelta» ha reaccionado en Twitter el presidente chileno, Gabriel Boric, mientras que desde la oposición le acusan de «intervencionismo político».
Lo cierto es que ahora Bachelet que no supo defender los derechos humanos del mundo, y que no tomó acciones contundentes en medio de una guerra por la invasión rusa en Ucrania, decide regresar a Chile para defender el papel de una Convención que no hizo la pega con una nueva y mejor Constitución.